Ser abogado es un honor y un privilegio, es una de las máximas expresiones de la vida que permite defender los derechos de otra persona, quien te encarga su destino.
Ser abogado es tener vocación de servicio, y no ánimo de lucro, es vivir pensando en tu defendido y tener empatía con él sobre el problema que le afecta.
Ser abogado no es para alardear o pensar en el estatus, es para actuar, para enfrentarse a la adversidad, con muchas o pocas armas, con esfuerzo y sacrificio, con muchos o pocos recursos y con una victoria que no es de uno, sino del defendido.
Ser abogado es recordar siempre que la Justicia va primero, aceptando que no siempre puede verse desde un inicio, e incluso cuando parece no estar del lado de uno.
Ser abogado es respetar la Ley, no abusar del Derecho ni buscar constantemente la trampa aprovechando sus imperfecciones.
Ser Abogado es ser una persona rigurosa, metódica, elocuente, sincera, entregada, creativa, confiable, directa, fiel y correcta.
Ser abogado implica conocer el pasado, a través de la Jurisprudencia y los Principios, así como el futuro, a través de la doctrina, para poder entender el presente a través de la Ley.
Ser Abogado es ser una persona rigurosa, metódica, elocuente, sincera, entregada, creativa, confiable, directa, fiel y correcta.
Ser abogado implica conocer el pasado, a través de la Jurisprudencia y los Principios, así como el futuro, a través de la doctrina, para poder entender el presente a través de la Ley.
Ser abogado requiere conocer y entender la realidad compleja y cambiante, que sin ella nada existe, pero con ella todo es posible.
Ser abogado es simplemente tener la máxima de abogar mejor cada día, de seguir sintiendo al final de la jornada que se hace un mundo mejor para las próximas generaciones.
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