Senior Tax Expert
Lima, 07 de Agosto de2017
No hay área contable que no haya visto sobrecargada su labor debido a la implementación del sistema de detracciones, como parte del SPOT. Empero, es una obligación tributaria, sujeta a sanción, por lo que no hay mucho margen de maniobra, aparentemente.
Cabe recordar que el sistema de detracciones tiene más de 10 años y, curiosamente, el promotor original puede decirse que fue el Presidente actual, en ese entonces Ministro de Economía y Finanzas, en un contexto recuperación económica con déficit fiscal, se optó por implementar este sistema, a la vez que se incrementaba el IGV en un punto porcentual.
Ahora, las noticias recientes sugieren que este sistema se va a reforzar debido a la fuerte caída del IGV que no tiene perspectivas de recuperarse si no se hace algún cambio estructural. En efecto, por el lado del choque estructural, no le falta razón a PPK, no obstante, reforzar este sistema tan perjudicial de la liquidez de las empresas puede afectar, sobre todo, porque viene aparejado con el llamado IGV justo, cuyo impacto ahora va a ser menor.
¿Cuál es el problema? Las empresas lo declaran abiertamente: En la práctica el IGV tiene un uso financiero, pues les otorga liquidez. ¿Cómo así? Existe un periodo en días en los cuales la empresa que cobra el IGV lo tiene antes que deba pagarlo, en principio hasta 40 días aproximadamente. Además, en ese lapso de tiempo, dicha empresa puede realizar adquisiciones que disminuyan el IGV neto a pagar, de modo que todo lo cobrado al comprador o consumidor, no será entregado al fisco.
En efecto, el IGV como porcentaje del IGV ("IGV Efectivo") se encuentra en niveles pre-crisis (4.6%) lo cual es muy bajo, dado que la tasa nominal del impuesto es de 18%. Esto quiere decir que el margen de maniobra o "IGV financiero" se encuentra en el rango de 14% aproximadamente. Esto es el IGV que se reutiliza para las compras u otras adquisiciones.
De este modo, el IGV Financiero (Eje Izquierdo) es opuesto al IGV Efectivo, lo cual refleja la habilidad financiera de las empresas para reducir el impacto fiscal del IGV. Claro está que existen diversas precisiones al respecto, tales como devoluciones, ingresos por recaudacion, entre otros, aunque ello no cambiaría el panorama general observado en los gráficos presentados.
Ahora bien, dado que el IGV Financiero ha tenido un promedio de 14% en los últimos 17 años, resulta claro que algo está pasando, y en su momento (año 2004), PPK decidió implementar un porcentaje de 10%-12% como porcentaje para recuperar el IGV que se estaba escapando. Ese 10-12% más el 4% efectivo, darían como resultado un 14-16% de IGV recaudado sobre el PBI, mucho más cercano al nominal y con ello, uno diría que la recuperacion se habría dado.
No obstante, existen diversas precisiones al respecto.
- Dada la complejidad en el cálculo del PBI, no queda claro si el IGV efectivo debe reflejar como objetivo el IGV nominal. En teoría el PBI representa el valor agregado, por lo que si el IGV lo grava (indirectamente), la convergencia debería darse.
- No obstante, dado que también puede reducirse el IGV neto con adquisiciones de activos fijos a empresas, entonces, se genera una distorsión interesante, aunque no necesariamente significativas.
En efecto, el gráfico N° 3 refleja que existiría una diferencia de 1.5% entre el IGV considerando todo el valor agregado y el IGV considerando solamente las manifestaciones agregadas del consumo. Aún así, el IGV efectivo es poco, y el margen de financiero sigue siendo elevado.
Curiosamente, el gráfico N° 4 revela que el IGV Financiero (margen financiero) estaría ascendiendo a 12% del PBI, casi casi el porcentaje nominal de detracciones que se quiere imponer. Obviamente, el sistema de detracciones también es un sistema sujeto a recaudación efectiva, dado que puede haber devoluciones, imputaciones o ingresos por recaudación, aunque para algunos el "negocio" principal son las multas.
Sin perjuicio de ello, puede reiterarse que el objetivo de este sistema es tratar de minimizar el IGV Financiero, esto es, la utilización financiera del IGV, dado que no es realmente su finalidad. No obstante, este uso financiero es un estándar mundial, por lo que resulta extraño que el Perú se enfoque tanto en esto. Al respecto, definitivamente, mucho tiene que el altísimo grado de informalidad, evasión y elusión tributaria que tiene el país, a diferencia del estándar de la OCDE, lo cual podría justificar este enfoque.
Para terminar, uno debería preguntarse ¿cuánto es lo correcto como IGV efectivo? 10%? 15%? Si el consumo representa el 76%, entonces el IGV efectivo debería estar alrededor de 76% x 18% = 13.68%. Por lo tanto, poner un piso del 12%, desde ese punto de vista, no parece tan descabellado, máxime si el Estado, a pesar de la supuesta meritocracia incumbente, aún no encuentra la manera de formalizar a los informales.
En consecuencia, como solución de corto plazo, a pesar de ser ineficiente y generadora de informalidad, esta política puede desacelerar la caída del IGV. No obstante, en el camino, debe buscarse mejores maneras de sobrevivir a esta crisis del IGV. Un ejemplo de ello, es no afectar el IGV justo, en el sentido que el IGV que ingrese como detracción menor al bruto de la operación, aunque eso podría generar otras complicaciones, pero por lo menos minimizaría el impacto de un sistema de detracciones más inquisitivo que es lo que se está revelando.
Finalmente, tal vez el incremento nominal del IGV, no sólo podría generar expectativas empresariales negativas sino costos adicionales en los sistemas de facturación no sincronizados con SUNAT, por lo tanto, desde este punto de vista, ajustar las detracciones era la solución más fácil. Empero, nada impide que los agentes se vuelvan más agresivos y adelanten inversiones en activos fijos o particionen eficientemente la facturación en varios periodos. La guerra ha sido declarada y el sector empresarial no parece que cederá fácilmente al uso financiero del IGV.
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